martes, 14 de junio de 2016

El debate


Soy de los que, como tantos, se aburrió en el debate y, pese a ponerle mucha voluntad, a duras penas aguanté hasta las doce.

Ni una idea nueva, cuatro bustos parlantes, cuatro poses diciendo lo mismo de siempre:

El primero: la herencia de Zapatero me persigue; gracias a mi España va bien; para gobernar hay que tener experiencia, no valen los becarios; no hay que arriesgarse, más vale malo conocido...

El segundo: Pablito es malo y no me dejó gobernar; los extremos se tocan; todo lo que dicen los demás iba en mi proyecto de gobierno, que la pinza de los extremos no permitió; es que Pablo me quitó la pelota...

El tercero: reflexione Mariano; los de este lado son malos, los de aquel corruptos, nosotros espíritus puros; esto es lo que dice este y lo que hizo el otro (mientras airea fotocopias); yo no tengo nada más que decir...

El cuarto: te equivocas de adversario; queremos mucho a Pedro, pero se confunde, tenemos que reeducarlo; somos la gente; no te equivoques ven a la verdad y te hacemos vicepresidente...

Ni una frase que no estuviera en el guión, ni una propuesta novedosas, ninguna sorpresa, nada que no supiéramos ya, ni un gesto de espontaneidad, salvo los tics de Rajoy y el cabreo de Iglesias con Rivera.

Y lo lamento sinceramente.

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