martes, 1 de noviembre de 2011

Tabernas de guardia

Félix de Azúa, en su libro La Venecia de Casanova, recordaba que en la ciudad de los canales, y en los tiempos de Casanova, había tabernas de guardia las veinticuatro horas del día. 
No sólo en Venecia, también en España, como atestigua este cartel cordobés. 


No era un capricho, era una necesidad. Un periódico del siglo XVIII, Diario Pinciano, publicaba el 12 abril de 1788 un bando de la Chancillería de Valladolid que recogía las normas por las que habían de regirse las tabernas. Se ordenaba el cierre a las 9 de la noche hasta el 15 de abril, y desde esa fecha hasta el 15 de Octubre se ampliaba el horario una hora más; pero se estableció que si después de esas horas "fuese algun vecino a buscar vino por alguna necesidad urgente, se lo deben dar, con tal que sea por ventana, o reja, que debe haber para estos casos", añadiendo que "despues del toque de oraciones, ninguno se detenga en las Tabernas mas que el preciso tiempo de comprar el Vino" y también se estipulaba que en las puertas de las tabernas debía haber un farol mientras estuviesen abiertas de noche. 
Para esos servicios especiales y para vender vino a las mujeres que no podían, o querían entrar en las tabernas, surgieron las piqueras, ventanucos en las casapuertas o zaguanes, por donde se despachaba el vino, y que se conservan en tabernas cordobesas, aunque hay constancia que también las había, por ejemplo, en Cádiz.


                           Piquera de la taberna El Tablón, en Córdoba

Estas, y otras normas y costumbres, demuestran la importancia de las tabernas que fueron, y deberían seguir siéndolo, un servicio social fundamental.

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