sábado, 2 de febrero de 2013

Presuntamente

SIGO pensando que no todos los políticos son corruptos, presuntamente, es decir, que doy por cierta su honradez sin necesidad de probarlo. Pero por el mismo motivo la casi totalidad de los españoles están indignados, tienen un cabreo colectivo ante los casos que se van conociendo de corrupción, sinvergonzonería y desfachatez de sus representantes políticos, y lo hacen por presunción, porque lo creen sin necesidad de probarlo.

Es cierto que también existe la presunción de inocencia, lo que no evita que el escepticismo y la irritación crezcan a medida que se conocen casos, cada vez más truculentos, más sofisticados, más retorcidos. A alguien se le ocurre, como fórmula social para resolver problemas laborales en las empresas, los ERES, y enseguida un personajillo inmoral, planifica, presuntamente, cómo enriquecerse con el plan, busca socios, compra voluntades y termina ensuciando a toda una administración. Otro, deportista internacional, hace la boda del siglo, se siente satisfecho siendo cónyuge real, hasta que, con un amigo, se da cuenta de que puede vivir todavía mejor, enriquecerse por la cara, por el título, y acaba hundiendo una institución del estado, hundimiento que no evita, precisamente, quien la representa cazando elefantes. Otro, brillante profesional, pasa de asesor del presidente del gobierno a director de la fundación de su partido, con un buen sueldo, pero en la fundación maneja dinero y, presuntamente, piensa que parte puede ser para él, se inventa un seudónimo y se saca un dinerillo extra, legal, pero absolutamente inmoral. Otro, ex "president" de una "nació", crea una saga familiar que divide sus funciones, de manera que unos siguen la estela política y otro, presuntamente a la sombra de esa estela, enriquece a la familia. Y unos cuantos se afilian a un partido, buscan financiación para su actividad legítima, hasta que uno de ellos se percata que los ingresos son cuantiosos y, presuntamente, irregulares y opacos, por lo que, primero se paga una "convidá" y después se reparte un dinerillo, reparto que ya dirá la justicia si es legal, pero que es inmoral, por cuanto los que se beneficiaban del mismo ya cobraban un sueldo por sus cargos políticos.

Y, mientras tanto, todos ellos participan en la gestión de una crisis económica recortando salarios y servicios sociales, aceptando despidos y consignas financieras de quienes la provocaron. Por eso la mayoría piensa que son unos sinvergüenzas, presuntamente.
Publicado en Diario de Cádiz, 2 de febrero de 2013

1 comentario:

Mariano Del Río dijo...

Elegante, muy elegante y si no lo hubiera sido se puede rematar con un : "Todo sea dicho con el debido respeto".
Al parecer, la fórmula, exime de falta.