sábado, 13 de septiembre de 2014

El PP, la CEDA y el Frente Popular

La irrupción de Podemos en el panorama político nacional, junto al descenso del PSOE y, parece, de IU, han renovado los comentarios sobre una posible coalición de izquierdas, para enfrentarse al PP. De inmediato, desde sectores conservadores y de derechas, en el ámbito político y en los medios de comunicación, se ha recuperado el discurso catastrofista contra la formación de una alianza de izquierdas, lo que interesadamente califican de nuevo Frente Popular, para de esta forma, falseando la realidad histórica, afirmar que la alianza izquierdista en la Segunda República, el Frente Popular, fue la causa de la guerra civil, obviando, ocultando, que la guerra la inició en julio de 1936 una derecha incapaz de reconocer la derrota democrática en las urnas. 
Pero siendo falso el discurso -y en cuanto manipulación de la historia, despreciable- lo más llamativo es que se obvie que la actual derecha española hace años que hizo lo mismo que la derecha en la Segunda república, cuando se formó la Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA, en febrero de 1933, tres años antes que el Frente Popular, que se formó en enero de 1936. 
A la derecha española, que recurre a coaliciones de todo tipo cuando lo considera necesario para controlar el poder, le molesta la posibilidad de que la izquierda haga lo mismo, pues sabe que la unión de la izquierda los derrotaría en las urnas. Por eso saltan sus voceros cada vez que se rumorea una alianza izquierdista. Y por eso conviene recordar que el PP no es más que una interesada coalición de derechas, que empezó a gestarse, prácticamente, tras la muerte de Franco. 
Muerto el dictador, el gobierno de su fiel Arias Navarro incluyó a viejas glorias del franquismo y lo que se denominó "gente nueva" avezada en la administración franquista. El primer gobierno Suárez, tenido por el primero de la Transición, estaba formado, casi al 50%, con gente del gobierno de Arias: el propio Suárez, Calvo Sotelo, Martín Villa, Osorio, Pérez-Bricio y los cuatro militares. Y cuando se tuvieron que convocar las primeras elecciones, Suárez invento Unión de Centro Democrático, integrando a falangistas y burócratas del Movimiento, junto a democristianos, liberales e incluso socialdemócratas. Por su parte, franquistas de siempre formaron la Federación de Partidos Alianza Popular, coalición de los grupos fundados por Fraga, López Rodó, Silva Muñoz, Fernández de la Mora, Licinio de la Fuente, Martínez Esteruelas y Thómas de Carranza. El resultado electoral favoreció a UCD, seguida del PSOE, mientras que AP quedó como cuarta fuerza, por detrás del PC.
Tras las elecciones, la evolución de UCD y AP tiende a la convergencia. En 1978 los grupos que formaron la Federación de AP, excepto el de Silva Muñoz, constituyen el Partido Unido de Alianza Popular, y la Federación se amplía con el Partido Liberal de Ibiza y Formentera de Matutes. En 1979 AP propicia Coalición Democrática, plataforma desde la que Fraga pide a Suárez formar “una mayoría natural”, e integrar en AP-CD a los que no quieren “una España roja” ni “rota”.
En 1982 comienza la extinción de UCD. El sector más derechista se integra en AP, a la que se unen partidos como el Demócrata Liberal de Alzaga o la Unión Liberal de Schwartz. Suárez crea el Centro Democrático y Social y la UCD sigue con Calvo Sotelo. Sin embargo, en las elecciones de ese año se produce el gran vuelco: triunfa el PSOE, seguido de la coalición CD-AP, y queda como tercera fuerza UCD, quedando el CDS como un partido testimonial. Al año siguiente, de CD-AP surge Coalición Popular, que logra integrar a muchos militantes de UCD. Presidida por Fraga, AP mantiene su identidad, con Verstrynge de segundo, y el exucedista Miguel Herrero como uno de sus ideólogos.
Tras las elecciones de 1986 el resultado aclara el panorama: detrás del PSOE, Coalición Popular se confirma como la segunda fuerza, seguida del CDS. Además de la consolidación de los nacionalistas, aparece Izquierda Unida, coalición propiciada por el PC. Ante la mayoría absoluta del PSOE, en AP se plantea un cambio de estrategia, que, tras el fiasco de Hernández Mancha, provoca que en 1989, en el Congreso de la Refundación, surja el Partido Popular, y para las elecciones convocadas en octubre, un mes antes, se elige como candidato, a propuesta de Fraga, a José María Aznar. Pese a las premuras, el PP logra mantenerse como segunda fuerza, tras el PSOE. A partir de 1993 el CDS de Suárez se queda sin representación parlamentaria. Volvió a ganar el PSOE, seguido por con un pujante PP que superó el llamado “techo de Fraga”: 159 escaños socialistas por 141 populares; además de IU, con 18 diputados, el resto de los escaños se los repartieron partidos regionalistas.
El camino desde AP hasta el PP quizás había sido lento, pero exitoso. A fines de los ochenta el PP se reforzó con la entrada de pesos pesados de la UCD, como Otero Novas, Martín Villa o Marcelino Oreja, en un partido liderado por Aznar, que ya desde comienzos de los noventa reunía a casi todos los sectores de la derecha ideológica y social del estado español, sin contar los partidos nacionalistas y regionalistas, algunos de ellos socios del PP en sus respectivas demarcaciones. Los frutos se recogieron en 1996. El PP, como única fuerza de derecha, ganó las elecciones con 156 escaños. Las opciones de izquierda quedaron por detrás: el PSOE logró 141 e IU obtuvo 21, sin embargo la suma de sus votos superaban en más de dos millones a los del PP. Eran las tres únicas fuerzas con implantación estatal que obtenían representación; el resto, nacionalistas y regionalistas.
Desde entonces, ese es el panorama político de la derecha española, y ese es el éxito del PP, haber logrado un partido eficaz, disciplinado y aparentemente homogéneo, pese a la disparidad de los antecedentes ideológicos de muchos de sus militantes -desde antiguos seguidores de Fuerza Nueva, hasta liberales del Grupo Libra. Un partido que, sin embargo, no puede evitar que, de vez en cuando, algunos de sus militantes alardeen de tener en sus despachos fotos de Franco, ondeen la bandera del águila, o saluden, sonrientes y desafiantes, con el brazo en alto.  

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